Discursos de odio: una problemática que afecta cada vez más las redes sociales
“La paradoja de Karl Popper dice que, si nosotros somos excesivamente tolerantes con los intolerantes, los intolerantes se harán cargo de la sociedad quitando a los tolerantes del medio”, dijo Ariel Gelblung.
Si bien no hay una definición universal para un discurso de odio, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo define como “cualquier tipo de comunicación, ya sea oral o escrita, —o también comportamiento—, que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de lo que son. Es decir, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad”.
Un tema que, si bien ya está en el diario de vivir de todas las personas, genera gran preocupación por el “odio” que se expresa una u otra persona para referirse a un tema en específico.
Ariel Gelblung es representante del Centro Simón Wiesenthal para América Latina y estuvo en Costa Rica para tratar de hacer conciencia sobre la importancia de este tipo de discursos que cada vez proliferan más en las redes sociales.
El experto conversó con Teletica.com e indicó que los algoritmos están preparados para generar este tipo de discursos.
“Lamentablemente, vivimos en una época en la cual los prejuicios están a flor de piel y cualquier situación puede derivar en que alguien se maneje más por prejuicios que por la realidad y en momentos de crisis hay situaciones donde el odio aflora mucho más fácil y las redes sociales nos ayudan muchísimo a que esto sea casi inabarcable, sobre todo porque para los proveedores de las redes sociales nosotros no somos s, somos clientes y el hecho de circular, el algoritmo haga circular donde hay odio en el medio genera más clics, lo cual hace que el discurso en donde alguien esté proponiendo que otro no pueda gozar de los mismos derechos, porque en definitiva a esto nos estamos refiriendo, que eventualmente llevado a niveles exponenciales pueden llegar inclusive a generar violencia”, explicó.
Ariel Gelblung, experto en discursos de odio:
El tema del anonimato o esconderse detrás de un perfil falso es parte de lo que el experto considera, ha motivado más a las personas a externar odio en distintos temas, ya que cada uno puede juzgar, atacar o criticar sin que nadie se dé cuenta quién es realmente la persona que está ofendiendo al otro lado del teclado.
“Si ponemos a un grupo de personas, no va a pasar, porque todos están dando su cara. Pero, ahí es donde tenemos otra cuestión. La masificación y la vieja discusión de hasta dónde llega la libertad de expresión, también está.
“Fíjense ustedes, no es lo mismo un mensaje, aunque sea con su propia cara, de, pongámoslo, un dirigente político, en un mitín político o en una campaña electoral, que el que tú y yo estemos sentados en una habitación tomando un café y yo te dé una opinión. Entonces, en su momento, Naciones Unidas, a través de una conferencia que se llevó adelante en Rabat, Marruecos, estableció seis parámetros que tienen que darse para que nosotros podamos evaluar si estamos frente a un discurso de odio dañino. Es decir, el volumen no es lo mismo que yo haga una expresión que puede resultar ofensiva de algo que realmente sea un discurso de odio”, aseveró.
A esto se le suma el alcance que puede tener el discurso y depende de quién venga, por ejemplo, una figura influyente de la política, un famoso, un periodista, desde ahí puede llegar el alcance que rápidamente puede afectar a terceros.
“Si nosotros vamos a ver cuál es el volumen de gravedad de lo que estoy diciendo, a cuánto público estoy tratando de llegar, la identidad de la persona que lo está haciendo, la posición del hablante, si realmente puede llegar o no a generar daños en terceros, todas esas cuestiones juntas hacen que un comentario odioso pueda transformarse en un mensaje de odio, en un discurso de odio. Y ahí la discusión, vuelvo a algo que estábamos hablando antes, es si la libertad de expresión tiene o no tiene límites. Hay un filósofo austríaco que, en el año 45, lo dijo porque antes nadie se lo quiso publicar, llamado Karl Popper, que él sostenía la siguiente paradoja.
“Dice, si nosotros somos excesivamente tolerantes con los intolerantes, los intolerantes se harán cargo de la sociedad quitando a los tolerantes del medio. Con lo cual tenemos que estudiar el tema de si existen o no límites en la libertad de expresión. Yo entiendo que cuando hay un delito de por medio, cuando hay temas de terrorismo, de pedofilia, que eso nadie lo discute. Yo estoy sosteniendo que cuando se trata de un mensaje de odio que puede calar en los prejuicios para llevar adelante daños, realmente hay que ponerle un límite al discurso de odio o que la libertad de expresión, como todos los derechos, no es absoluta”, indicó.